Hace unas pocas semanas sufrí un pequeño y, al parecer, tonto accidente en el que me torcí el tobillo. El dolor era desgarrador y en ese momento solo podía concentrarme en eso, el gran dolor que estaba sintiendo. Mi tobillo se inflamó, incluso apareció un moretón. Pasé varios días donde caminar era todo un reto, pues aunque trataba de usar calzado cómodo, apoyar el pie causaba muchísimo dolor.
Esta experiencia puede compararse a ciertos acontecimientos que nos ocurren en la vida, situaciones que nos causan profundo dolor. Cuando nos ocurre algo doloroso o traumático tendemos a enfocarnos tanto en el dolor y el sufrimiento que creemos que nunca más saldremos de esa condición. Permítame recordarle u
na sentencia bíblica que fue dada desde el comienzo, desde que apareció la dificultad y el dolor.
“Yo pondré enemistad entre la mujer y tú, y entre su descendencia y tu descendencia; ella te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón.” Génesis 3:15
Estas palabras fueron dichas por Dios a la serpiente justo después de que el hombre pecó por primera vez. En ese momento comenzaba una batalla espiritual que continúa hasta el día de hoy. Tenemos un enemigo que nos hiere en el talón cada vez que tiene oportunidad. Una persona que tiene el talón herido, sentirá dolor al caminar, la respuesta natural es detenerse y no seguir caminando. Pero quiero animarle en este momento: tenemos autoridad para herirle en la cabeza!
Volviendo a la anécdota que contaba al principio, concluyo que ya mi pie está mucho mejor y luego de hacer reposo por unos días y seguir las indicaciones de un médico, ya caminar no representa un reto. Vuelvo a caminar sin dolor. Si has sido lastimado en tu caminar emocional y espiritual, es normal detenerse a causa del dolor, pero debe ser solo una pausa. Es momento de seguir las instrucciones que Dios nos da en su Palabra, buscar su consejo y seguirlo. Entonces estaremos fuertes otra vez para caminar y cada paso será un duro golpe en la cabeza de nuestro enemigo. Aleluya!! Levántate hoy, continúa caminando!!
“Tú, Señor, levantas a los que tropiezan, y reanimas a los que están fatigados.” Salmos 145:14